El académico Miguel Salas destaca que leer desarrolla la capacidad comunicativa y la imaginación.
Doctor en Literatura y profesor, Miguel Salas es contundente con su forma de ver la vida: “Buscamos un ocio muy fácil que nos evada a cambio de muy poco, viendo la tele, consultando el móvil o jugando con él. Si estamos dando este ejemplo a nuestros hijos, es muy difícil que ellos lean un libro”.
En una charla del ciclo Aprendemos Juntos 2030 de BBVA, el académico propone algunos consejos para ayudar a los adultos en su lucha por conseguir que los niños dejen de lado los placeres efímeros de la tecnología y adopten el histórico hábito de la lectura.
Aunque advierte que no es una tarea fácil: “Existen causas sociales que afectan a la lectura, porque exige de concentración, de profundización y de silencio… pero la sociedad en la que vivimos fomenta lo contrario”.
Partiendo de su experiencia personal, Salas cuenta que su amor por los libros inició, como en la mayoría de los casos, porque su familia es muy lectora. “Siempre han intentado fomentar ese amor por los libros en casa y en el caso de mis hermanos y en el mío, lo han conseguido. La verdad es que disfrutamos hacerlo”, revela.
El motivo que reconoce como el origen de su pasión no es lejano del de varios lectores aficionados. Se estima que casi el 80% de los niños reconoce que la gente que les animó a leer han sido sus familiares.
“Igual que en la edad adulta, pero sobre todo en la infancia, los libros son una oportunidad de abrirse al mundo, de vivir otras vidas, de viajar a lugares que uno no sabe situar en el mapa cuando es muy pequeñito”, reconoce.
“Aprender a leer es encender un fuego, cada sílaba que se deletrea es una chispa”, es una cita que se le atribuye a Víctor Hugo. Y el francés no se equivoca, a través de la lectura cualquier persona puede puede viajar a otros sitios y momentos de la historia, incluso, se puede transportar hacia un lugar de ensueños o una irrealidad llena de fantasías.
“Es una posibilidad, sin moverte de tu cama o de tu sillón, de viajar a otros lugares y otras épocas”, dice Salas.
BENEFICIOS DE LEER
El especialista enumera una serie de ventajas que adquieren los niños que desde corta edad aprenden a leer y disfrutan del hábito a lo largo de sus vidas. Para Salas, los beneficios no solo les brindan una mejor compresión lectora y una superioridad académica sino también mejoras de índole social e individual.
-Aporta un desarrollo de la capacidad comunicativa importantísimo. Un niño que lee es un niño que se expresa mejor y que comprende mejor.
-Evidente aumento de vocabulario. “A los 20 meses de edad, un niño de un entorno familiar cultural alto, domina unas 200 palabras. Y uno de nivel sociocultural bajo domina 20. La diferencia es abismal porque un mundo de 20 palabras no es igual que uno de 200″, explica.
-Desarrollo de la imaginación. Fundamental porque ahora las personas son mucho más audiovisuales por lo que no precisan de información para completar un escenario.
-Función social. Está más que demostrado por cientos de estudios que la lectura está directamente relacionada con el desempeño de los niños en el colegio. “Hay estudios que relacionan directamente el número de libros que hay en una casa con el éxito escolar de los niños”, revela Salas.
-Fomenta la empatía bien dirigida. Pone a los niños ante un espejo y los hace entenderse a sí mismos a través de lo que otros han escrito. Para Salas, una biblioteca es una selección de las mejores mentes de la historia de la humanidad.
Permite ensimismarse y evadirse. Es una actividad con «flow», es decir, que es capaz de lograr que el lector se olvide de sus preocupaciones y se pueda concentrar de manera tan perfecta que es casi como si estuviese meditando.
MOTIVOS POR LOS CUALES CUESTA GENERAR EL HÁBITO
Hay causas sociales, académicas y otras, desde luego, familiares. Las familiares –señala Salas– tienen que ver con que no es posible pedirle a un niño que haga cosas que sus padres no hacen.
También explica que las condiciones actuales no están dadas para que sea un hábito fácil. “Llegamos a casa agotados y buscamos un ocio que no nos exija demasiado. Entonces, nos ponemos la tele y a la vez estamos consultando el celular o jugando con este porque nos evade a cambio de muy poco”, dice.
Por eso, de la misma forma en que una familia establece horarios para las comidas, estudiar o trabajar, sugiere hacer lo mismo con la lectura. “Media hora de lectura al día, cada uno con un libro. Pero aparte tenemos un momento para la cena, otro para el deporte, los deberes y demás… solo se necesita de media hora al día, no hace falta más”, aconseja.
LECTURAS RECOMENDADAS PARA INICIAR A LOS NIÑOS
Salas brinda una serie de libros que, basando en su experiencia con pequeños, funcionan siempre: libros escritos por Arthur Conan Doyle como Sherlock Holmes; Los tres mosqueteros o El conde de Montecristo de Alejandro Dumas; las obras de Jane Austen que son literatura del siglo XVIII y además de tinte sentimental les encanta a los jóvenes.
Cuando un niño o adolescente pregunta “¿qué puedo leer?” hay que tomarlo en serio porque, en palabras del experto, le puede cambiar la vida.
Por último cita el poema Los Justos de Jorge Luis Borges que le suele recitar a sus alumnos de bachillerato cuando están angustiados con la carrera, la media, la vocación o el sentido de la vida.
Dice así: “Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire. El que agradece que en la tierra haya música. El que descubre con placer una etimología. Dos empleados que en un café del sur juegan un silencioso ajedrez. Un ceramista que premedita un color y una forma. El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada. Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto. El que acaricia un animal dormido. El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho. El que agradece que en la tierra haya Stevenson. El que prefiere que los otros tengan razón. Esas personas que se ignoran, están salvando el mundo”.
Fuente: LA NACIÓN