El arranque del año plantea la necesidad de detener el ritmo, ordenar prioridades y repartir las horas del día de una manera más balanceada.
Por Malú Pandolfo.
Trabajo, reuniones, demandas que se multiplican y la falta de tiempo que se impone como un límite, muchas veces llevan a poner el piloto automático para atravesar los días de semana e, incluso, las horas de ocio. Parar y ordenar las prioridades puede contribuir a optimizar las horas de actividad y dejar el necesario e imprescindible tiempo para la vida personal, social y recreativa, que debe ser de calidad. De cara al nuevo año es impostergable detener el ritmo y repartir las horas del día de una manera balanceada.
¿Cómo eliminar ese estrés que genera la vorágine diaria? “La clave es encontrar el sentido de la vida, con metas, objetivos, sabiendo lo que uno quiere y quién es”, analiza Marisol Barreiro, licenciada en psicología y neuropsicóloga clínica (M.N. 45683), coordinadora del área de rehabilitación del sanatorio San Gabriel. La mente y el cuerpo no distinguen una amenaza real de una imaginaria y, como consecuencia de vivir en una vorágine constante, se genera estrés. “Esto enferma a nivel físico y mental, y eleva el cortisol, la hormona del estrés necesaria en la medida justa, pero que en exceso es muy dañina”, añade.
A nivel físico, las consecuencias son migraña, problemas cardíacos, digestivos y del sistema nervioso. “En cuanto a lo psicológico, la persona se vuelve irritable, triste, ansiosa. Saber gestionar el estrés va a determinar la calidad de vida que se tendrá”, expresa. Un antídoto eficaz, según Barreiro, es el amor propio y amar a alguien. “Somos más fuertes cuando amamos y nos sentimos amados”, asegura.
Cuando está activado el piloto automático siempre queda postergado algún costado de la vida. No suele ser el mundo laboral ni el de las finanzas. En general, “el aspecto más relegado tiene que ver con los vínculos, sobre todo el de pareja. Es uno de los más importantes que tenemos en nuestra vida adulta. Nuestra pareja es nuestra figura de apego. Sin embargo, es aquel vínculo en el que menos invertimos en nuestra vida adulta”, señala Delfina de Achával, psicóloga (M.N.45.043), doctora en salud mental (PhD, UBA), terapeuta de adultos y parejas e instructora de Mindfulness.
En cambio, es común invertir tiempo, energía y dinero en los hijos, en su educación, en su terapia cuando lo requieren, así como también en cosas materiales para ellos o en la propia carrera profesional, en obtener posgrados, doctorados, viajes y todo aquello que apunte al desarrollo laboral. “Pero, el vínculo de pareja queda relegado y caemos en una rutina y monotonía automatizada, que tiene sus costos. Nos desestabiliza, nos hace sentir solos y desconectados”, dice de Achával.
Desatender cualquier cuestión personal conduce a una suerte de anestesia que repercute tanto en la mente como en el espíritu y en el cuerpo. Una de las alternativas para salir o no caer en esta situación, es la práctica del mindfulness, según de Achával. “Prácticas como la atención plena inducen a una pausa consciente. Esto ayuda a subir nuestro nivel de entusiasmo y de energía en la vida diaria, a bajar los niveles de dolor físico y mental, mejorar el sistema inmunológico y cerebral, las capacidades atencionales y de velocidad de procesamiento. También reduce la ansiedad, el estrés, la depresión y la irritabilidad y favorece la regulación emocional y la mejora en la calidad de vida”, enumera la profesional.
Más allá de estas prácticas, que cuentan con evidencia científica probada en el lapso de cuatro décadas, desde la neurociencia se proponen claves para plantear y sostener una vida saludable. En esta etapa de inicio de año es habitual que se revisen los objetivos de cara a lo que vendrá, en pos del equilibrio.
LAS SIETE LLAVES DEL BIENESTAR
Hay siete claves de autocuidado que conducen al bienestar y son producto de investigaciones llevadas a cabo por neurocientíficos. Una de ellas es el buen descanso. Otra es encontrar tiempos de ocio o de pausa en el día a día. La tercera, practicar actividades contemplativas, como orar o meditar. La cuarta es mantener la conexión con los demás, mediante una vida social activa. La quinta, conectar con el propio espíritu lúdico. “No necesariamente es siempre el juego o el humor, pero sí tener un espíritu flexible y abierto en la vida adulta”, detalla la psicóloga. La sexta clave es aumentar la actividad física, fundamental para el bienestar físico, mental y emocional. La séptima, la nutrición consciente. “No tiene que ver solamente con qué alimentos consumimos, sino con cómo los consumimos y qué emociones volcamos en nuestro plato a la hora de alimentarnos”, aclara de Achával.
Estas claves pueden ser útiles cuando se planean los objetivos para un año que empieza y que apunta a un equilibrio entre deber y placer. Lo importante es lograr que esos objetivos se mantengan en el tiempo y se vuelvan hábitos. Su sugerencia respecto a las siete fuentes de bienestar es ver cómo uno se encuentra en cada una y cómo le gustaría estar. “Elegir una y empezar por aquella que estoy necesitando más”, recomienda. Una vez seleccionado el objetivo, sugiere pasarlo por el filtro Smart. “S es que la meta sea específica. No es querer tener una vida más sociable, que es muy general. Es quiero salir a comer una vez por mes con mis amigas. M es medible, en este caso, una vez por mes. A es accesible, es decir, que sea accesible a mi economía. La R de Smart significa realista, que mis amigas estén cerca y disponibles. Y la T es con tiempo acotado”, explica. Pensar un objetivo para el próximo año de esta manera, hace más probable que se pueda cumplir, sin caer en el síndrome de las falsas esperanzas, de creer que mágicamente ese nuevo hábito se va a lograr.
Para que un hábito que arrancó se consolide, se necesitan tres elementos. El primero es el contexto, que debe ser favorable para que ese hábito se inicie. “Pueden ser los vínculos, una pareja, una amiga, un hijo que ayude; puede ser un horario”, ejemplifica de Achával. El segundo elemento clave para que el hábito se asiente es la repetición. “Repetirlo y no dejar que la mente pase malas jugadas. La mente quiere quedarse en el patrón anterior. Al principio se va a resistir a ese cambio. No hay que escuchar a la mente y hay que repetir”, aconseja. El tercer paso para la consolidación es la gratificación o recompensa. “Hay que darse pequeñas recompensas a partir de los logros que se vayan alcanzando”, agrega.
Un año programado incluye, sí o sí, momentos de disfrute o de ocio, tan importantes como los productivos. En este plan, la especialista indica trabajar menos y disfrutar más. “Post pandemia el concepto de productividad cambió: hoy el mundo va hacia un lugar más consciente. Se trata de optimizar la calidad de lo que se hace por encima de la cantidad”, aclara. Los tiempos de ocio, de disfrute o pausa “son como un booster para el cerebro que vuelve a regenerar para volver a ser creativos”, grafica.
EL PODER DE LA CONCIENCIA
Es imprescindible, entonces, apagar el piloto automático. “Si hacemos todo de la misma manera, vamos a obtener los mismos resultados. Si queremos cambiar los resultados, debemos modificar nuestras acciones. No basta con solo pensarlo”, enfatiza Marisol Barreiro. Poner en acción, entonces, el cambio pensado, requiere de esfuerzo a diario para sacar a relucir la mejor versión de cada uno. “Conectar con nosotros mismos, hacer actividades que generen disfrute, estar con las personas que queremos generar confianza, autoestima y paz. Sería lo más parecido a la felicidad”, reflexiona Barreiro. Una vez encontrado el equilibrio en la vida, sin embargo, el estrés no desaparecerá. Solamente se tendría que limitar a las actividades laborales. ¿Cómo saber que se va por el buen camino? Desconectarse del celular y de las redes sociales en los momentos dedicados a los seres queridos o a uno mismo, “realizando alguna actividad de disfrute o de ocio son buenas decisiones y un regalo para la salud mental”, refuerza Barreiro.
RECOMENDACIONES PARA BAJAR EL ESTRÉS
La licenciada en psicología y neuropsicóloga clínica Marisol Barreiro brinda algunas pautas:
-Incorporar momentos de descanso durante el día.
-Reservar los fines de semana para descansar y desconectarse de la rutina y de la presión de los horarios.
-Dar espacio al deporte, al humor y a la risa espontánea. Esto “se relaciona con la secreción de endorfinas y la producción de adrenalina, que ayudan a estabilizar el ánimo, a activar el sistema inmune, a aliviar la tensión muscular, a favorecer la oxigenación y a facilitar el sueño”, destaca.
-Delegar, dejarse ayudar, aprender a pedir, confiar y agradecer.
-Apoyarse en agendas y recordatorios.
-Concentrarse en el presente y valorar lo que se va haciendo, no lo que queda por hacer.
-Transformar lo que faltó hacer en nuevas intenciones para el próximo período.
Fuente: LA NACIÓN