Diversas investigaciones científicas demuestran que tomar un descanso después del almuerzo tiene sus frutos en la salud.
Por Victoria Vera Ziccardi.
Forman parte de nuestra cultura y ayudan a descansar y recobrar energía. Para muchos las siestas son indispensables para sobrellevar el día a día o para “darse un gusto” los fines de semana. Para otros, en cambio, son una pérdida de tiempo. Sumado a esto, circulan muchas dudas respecto de este breve periodo de descanso sobre todo en lo que se refiere a su duración, a la efectividad del reposo y a cuál es el momento ideal para llevarlas a cabo.
A pesar de ello, hoy en día está comprobado científica y médicamente que este hábito otorga múltiples beneficios para la salud. Se puede citar como ejemplo el caso de un grupo de investigadores suizos que en su estudio -publicado en la revista médica British Heart Journal- descubrió que tomar una siesta, al menos una o dos veces por semana, reduce el riesgo de ataque cardíaco. Asimismo, al final del escrito los estudiosos concluyen en que este tipo de reposo colabora con el fortalecimiento del sistema inmune y cardiovascular.
SIESTA: LA ALIADA DEL DESARROLLO COGNITIVO
“Me voy a dormir una siesta para ver si se consolidan los conceptos que estudié para el examen de mañana”, cualquier persona tiene el recuerdo de haber pronunciado esta frase en su etapa académica o al menos, de haberla escuchado. Existe este “mito popular” que sostiene que, cuando se está cansado/tensionado de tanto estudio y se detecta que los conceptos no quedan en la mente, tomar una siesta ayuda a fijar los temas en el cerebro; algo así como si la siesta tuviera un súper poder para mejorar el mecanismo de aprendizaje.
Coincide con esto último un estudio publicado en el British Medical Journal que indica que dormir tan solo cinco minutos por la tarde mejora la memoria y mantiene el cerebro más ágil. Al observar a los participantes de la investigación, los profesionales detectaron que luego de descansar en medio del día, las personas tenían mejor: función cognitiva, orientación, lenguaje y podían almacenar una mayor cantidad de información en su memoria.
Respecto de su proclamado poder reparador, investigadores de la NASA señalaron que hacer tandas de siestas de 30 minutos en el espacio producía un efecto restaurador en los astronautas ya que en el espacio exterior un descanso profundo de ocho horas es casi imposible de lograr. Esto ocurre porque dadas las alteraciones endógenas y ambientales del sueño, la reducción del mismo debido a las exigencias del trabajo y el hecho que se rodean de pura oscuridad, es inviable dormir allí varias horas de corrido y descansar en el intento.
¿ES BUENO DORMIR LA SIESTA?
Sí, y prueba de esto son los mencionados artículos científicos que ponen en evidencia sus varios beneficios. “Es cierto que para un estudiante dormir la siesta probablemente lo ayude a estar en alerta y asentar los nuevos conocimientos”, reconoce Daniel Pérez Chada (M.N. 47085), director de la Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral (HUA) y profesor adjunto de Medicina de la misma institución. Asimismo, sostiene que “todo momento de descanso es beneficioso para la salud” ya que mientras uno duerme baja la presión arterial y disminuye el ritmo cardiaco. “Está más que comprobado que las siestas cortas son beneficiosas para la salud en general”, dice el Dr. Pérez Chada.
¿CUÁNTO TIEMPO HAY QUE DORMIR LA SIESTA?
Según explica Pérez Chada, las siestas tienen su lado bueno y su lado negativo, el bueno está vinculado a no dormir más de 20-40 minutos de siesta. Con este tiempo de descanso, la persona puede obtener todos los beneficios mencionados anteriormente. Sin embargo, el costado negativo es que si se duerme más de ese intervalo de tiempo se comienza a consolidar el sueño y por ende, cuando uno se levanta en las etapas de ensoñación avanzada, se altera la arquitectura del mismo. “A esto último lo llamamos inercia del sueño y se produce cuando la persona se levanta de golpe y tarda mucho tiempo hasta llegar al estado de alerta. Por eso, se sienten más agotados de lo que estaban antes de acostarse”, dice el doctor.
¿CUÁL ES EL MEJOR MOMENTO PARA DORMIR LA SIESTA?
“Definitivamente debe ser en las primeras horas de la tarde, porque si se duerme cerca del horario nocturno se interfiere con la conciliación del sueño en la noche”, destaca el profesional. En la misma línea, explica que existe una excepción a esta regla en los casos de personas que trabajan en horario nocturno; a estos se les recomienda tomar una siesta unas horas antes de iniciar su trabajo para poder tener más energía.
¿POR QUÉ ME ACUESTO Y NO PUEDO DORMIR LA SIESTA?
En algunas personas es un hábito muy común querer tomar una siesta, poner la alarma, acostarse y no poder dormirse. Minutos más tarde, vuelve a sonar el reloj y la persona termina preguntándose por qué no logró descansar y peor aún, por qué perdió tiempo intentándolo. “Esto tiene que ver con que la persona acumula tensión y estrés entonces le cuesta más dormir. No puede dejar de pensar en los problemas de su vida y eso provoca que no pueda detener la rumia mental”, sostiene el Dr. Pérez Chada. Para tratarlo aconseja practicar técnicas de relajación para inducir al sueño o realizar un tratamiento con enfoque en lo cognitivo conductual para resolver el problema de fondo.
Por último, el especialista hace hincapié en que las personas que tienen hábitos de sueño saludables se acuestan y levantan casi siempre a la misma hora -tanto en el momento de la siesta como en el de sueño nocturno- y evitan tomar bebidas con cafeína o alcohol en las horas previas al momento de descanso.
LOS 10 MANDAMIENTOS DE LA HIGIENE DEL SUEÑO PARA ADULTOS
Se trata de un conjunto de pautas creadas por los especialistas que conforman la World Sleep Society que tras años de investigación y observación de pacientes sintetizaron las reglas fundamentales para obtener un descanso óptimo, tanto durante el día como de noche.
-Establecer un horario regular para irse a dormir y despertarse.
-Si se tiene la costumbre de tomar siestas, que no excedan los 40 minutos de sueño diurno.
-Evitar la ingestión excesiva de alcohol 4 horas antes de acostarse y no fumar.
-Evitar la cafeína 6 horas antes de acostarse.
-Evitar consumir alimentos pesados, picantes o azucarados 4 horas antes de dormir.
-Hacer ejercicio regularmente, pero no un rato antes de acostarse.
-Usar ropa de cama cómoda y acogedora.
-Encontrar una configuración de temperatura de sueño cómoda y mantener la habitación bien ventilada.
-Bloquear todo el ruido que distrae y eliminar la mayor cantidad de luz posible.
-Reservar la cama para dormir y el sexo, evitando su uso para el trabajo, las comidas o la recreación en general.
Fuente: LA NACIÓN