Para muchas personas, madrugar es un gran esfuerzo. Más aún cuando se suma algún tipo de entrenamiento o rutina de ejercicio. Desde planificación hasta un “premio” por lograrlo, un repaso por las mejores estrategias.
Es innegable que existen personas que disfrutan de hacer ejercicio físico, pero un gran número de quienes concurren a gimnasios, van a correr, o se suman a clases al aire libre en plazas y parques lo hacen por “obligación”.
A veces los “obliga” el exceso de peso; otras, alguna enfermedad crónica como la diabetes o la hipertensión, para cuyo tratamiento los médicos recomiendan hacer actividad física, pero también puede aparecer algún valor clínico que debe modificarse. Incluso, hay quienes entrenan para verse bien, o porque saben que el ejercicio es un predictor de buena salud física y mental.
En ese sentido, encontrar un hueco en las siempre agitadas rutinas diarias para dedicar al entrenamiento a veces se vuelve una odisea. Y si el único rato “libre” es temprano a la mañana antes de comenzar con las obligaciones cotidianas, poner la alarma una hora antes con ese fin puede llegar a ser para muchos una misión imposible.
Así, pese a que los especialistas insisten en recomendar que el mejor horario del día para hacer actividad física es la mañana, encontrar la motivación para hacerlo puede volverse cuesta arriba.
También es cierto que, según dicen los que saben, para una persona media –que no sea deportista de élite o similar– no va a haber grandes diferencias a nivel de resultados independientemente de si entrena por la mañana o por la noche, ya que “estos pequeños detalles casi no llegarán a apreciarlos”. “La hora de hacer ejercicio es más determinante desde el punto de vista de generar adherencia -dijo a la revista Vogue el entrenador personal español Juan Ruiz López, director del centro de entrenamiento que lleva su nombre-. Sin embargo, sí que nos ayuda a empezar el día con buen pie y con la sensación de haber alcanzado una meta, poniéndonos de buen humor e incluso mejorando el bienestar de nuestro cuerpo”.
Así es que el especialista compartió las que a su entender son las siete conductas que ayudarán a obtener la tan necesaria motivación matinal para entrenar.
1- FACILITAR LA CUESTIÓN
Si la persona pretende hacer deporte y después debe ir a trabajar, cada minuto cuenta. Por eso, ganar tiempo y resolver los “extra” que esa tarea implica por la mañana es clave para llegar al gym y aprovechar el tiempo. Es decir, se debe intentar adelantar la noche anterior cualquier acción que se necesite realizar antes de ir al gimnasio, ya que incluso la tarea más pequeña “roba” minutos clave a esa hora del día, que darán luego la excusa de “no me da el tiempo” para terminar desistiendo.
Así, dejar la ropa deportiva lista, al igual que el bolso del gimnasio será de gran ayuda. Asimismo, para quienes prefieren comer algo antes de entrenar, pueden dejar preparado algún batido energético o una pieza de fruta (como una manzana, que aporta energía, repone agua y electrolitos e incluso mejora el humor), que se pueda tomar de camino al gimnasio.
2- PLANIFICAR EL ENTRENAMIENTO
Al igual que se puede ganar tiempo dejando lista la ropa del día siguiente, lo mismo puede hacerse planificando el tipo de entrenamiento que se va a hacer. Porque llegar al gimnasio con una idea difusa de los ejercicios a realizar o sin tener claro el área que se va a trabajar, hará que se pierda más tiempo buscando una rutina para ese día y, además, probablemente no será una jornada tan productiva.
3- EMPEZAR EL DÍA CON UN LOGRO
No es un gesto en sí mismo, sino una ventaja de entrenar por las mañanas que también puede motivar una vez que se hace rutina. Cuando se empieza el día logrando algo o cumpliendo con una rutina –en este caso, levantarse y hacer deporte–, se genera una sensación de realización, de haber conseguido algo. Aunque sea un gesto muy pequeño, ya predispone a un estado mental diferente, más positivo y eso, a la larga, provoca que se tengan más ganas de alcanzar esa meta.
4- ELIMINAR LA CARGA MENTAL
Al igual que el punto anterior, este es un beneficio que ayuda a entrenar por las mañanas. Porque si el objetivo es hacer deporte en algún momento del día pero es algo que da pereza, si se lo deja para última hora se pasará toda la jornada con ese “pendiente” en la cabeza, mientras que si se lo tacha de la lista a primera hora de la mañana, se elimina esa carga mental.
Además, los especialistas coinciden en que cuando se quiere establecer un hábito es recomendable hacerlo al inicio del día. “Si empezamos una nueva rutina al final del día corremos el riesgo de ser menos constantes por estar más cansados, o simplemente que esa actividad quede en un segundo plano con respecto al resto, por lo que es importante darle prioridad”, aseguran.
5- CUANDO DA PEREZA SALIR, ENTRENAR EN CASA
Si, por ejemplo, hace mucho frío o llueve, las ganas de levantarse de la cama se reducen a la mínima expresión. Pero cumplir propósitos es también comprender que hay que ser flexibles y adaptarse a lo que uno quiere y necesita en cada momento. Por eso, un truco para esos días es encontrar un punto medio: en lugar de ir al gimnasio, una alternativa es quedarse en casa y realizar algún tipo de ejercicio online.
6- SI HAY CANSANCIO, BAJAR LA INTENSIDAD DEL EJERCICIO
Otra vez, la capacidad de ser flexibles ayudará a largo plazo a no abandonar el propósito.
En ese sentido, forzarse a realizar ejercicio cuando realmente no se tienen ganas en absoluto, no es buena idea, y así lo confirmó la psicóloga española Laura Palomares, para quien “si se lo enfoca como un castigo o desde la queja, se sufrirá y, además, será más probable que se lo deje a medias”. Como en el punto anterior, lo que funciona -para ella- cuando la persona está realmente cansada o sin energía es realizar una práctica deportiva de menor intensidad. Puede ser una sesión de yoga o incluso una rutina sencilla de estiramientos, por ejemplo.
Después de todo, no dejar de moverse es tan importante como respetar lo que el cuerpo “pide”.
7- UN PREMIO AL TERMINAR
Como suele hacerse con los niños cuando alcanzan metas. No tiene que ser algo muy significativo, simplemente un pequeño placer como puede ser, por ejemplo, prepararse un rico desayuno después del entrenamiento. Tener la perspectiva de ese placer al completar el ejercicio, sin dudas animará a salir de la cama.
Fuente: INFOBAE